
La revista colombiana Semana ha revelado una extensa entrevista con el colombiano Egan Bernal en donde narra los angustiosos momentos tras su accidente.
La periodista colombiana Vicky Dávila ha entrevistado a Egan Bernal tras ser dado de alta y nos cuenta con detalles como fueron esos omentos de gran angustia tras el duro accidente.
Egan en un principió no pensaba que todo podría ser tan grave como resultó, pero al pasar de las horas y al llegar al hospital se daba cuenta que es muy serio lo que le ha ocurrido:
“Me caigo todo el rato, estuve consciente hasta que llegué al hospital. Ahí me durmieron porque tenía mucho dolor. Nunca pensé que fuera tan grave. Obviamente tenía un dolor insoportable, ha sido el dolor más grande de mi vida. Me aguanté como unos 30 o 40 minutos desde que me caí hasta que llegué al hospital. Cuando me desperté de la cirugía me dijeron: “Usted pudo haber muerto”.
“Ya me habían quitado el tubo de la boca para poder respirar y me estaban llamando. Me desperté, y dijeron: “Mueva las piernas”. En ese momento dije: fue grave. Fue un instinto. Me dijeron eso y fue porque tal vez pude perder la movilidad de las piernas. Las moví y me empezaron a preguntar: “¿Siente acá?”, “¿Siente allá?”. Menos mal sentía todo. Ahí fue cuando me empezaron a contar, porque no me contaron de una. En ese momento no entendía la gravedad del asunto, hasta que fue el neurocirujano y me explicó con porcentajes y todo”.

Egan Bernal narra los momentos antes de sufrir el accidente
En la entrevista Bernal cuenta como fueron los instantes antes de sufrir el accidente:
“Salimos a entrenar común y corriente con el equipo. Unos iban en bicicleta de ruta normal, yo iba en bicicleta de crono. Éramos dos compañeros en bicicleta de crono. Salimos de Tocancipá, fuimos hasta el peaje El Roble, que es yendo a Sesquilé. Nos devolvimos en el peaje, vía Gachancipá, Tocancipá y Briceño. Unos compañeros pararon y dije: no, no quiero parar por el dolor de piernas para arrancar, qué pereza. Yo arranco mi serie de una vez. Tenía que hacer una serie muy dura, entonces arranqué. Yo hice mi serie. Llegando a Gachancipá, antes de unos reductores, miro hacia adelante y no había nada. Había un carro atrás que me estaba escoltando. Sigo haciendo mi serie y me acuerdo de que iba a 58 kilómetros por hora. Eso es como tirando a bajar y hay viento a favor. Iba a 58. Empecé a mirar y marcaba 59, 60, 61, 62 y cuando vi esa velocidad fue que me estrellé contra el bus”.
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Vicky Dávila le pregunta si había visto el Bus, a lo que Bernal contesta:
“No. Me estrellé contra el bus a 62 kilómetros por hora. El bus estaba quieto. En ese momento imagínese el dolor. Caí y dije: me di muy duro. Fue un golpe en seco. Pensé que no había sido una persona, porque hubiera salido resbalado. Que no había sido una moto o un carro, porque habría salido volando. Pensaba que había sido una mula o un bus. Tenía tanto dolor que lo que hacía era mirar hacia abajo, estaba tendido en la vía. En ese momento se bajó la persona que me estaba acompañando.”
“El doctor empezó a tranquilizarme, pero yo no podía respirar. Es un momento en el que a uno se le va el aire. No podía respirar y decía: bueno, en cierto punto tendrá que volver la respiración. A uno siempre le pasa, cuando uno se pega se le va el aire y al rato vuelve, pero nada que volvía. Me empecé a desesperar, pero dentro de mí decía que tenía que tranquilizarme, porque si no iba a ser peor. Cuando sentí que me estaba desmayando, volvió el aire y fue cuando alcé la mirada y vi el bus. Dije: me di muy duro”.
“En ese momento, el único que me estaba acompañando era un mecánico que iba manejando en el carro de atrás, escoltándome. Lo primero que hizo fue llamar al doctor del equipo, que estaba en el hotel. Mi masajista trajo al doctor. Llegaron muy rápido, menos mal. Gracias a él estoy con vida”.
“El doctor me dijo que no se podía mover y le pregunté por qué. Me miró la pierna y esa vaina se veía inflamada, hinchada. El hueso casi que quería salirse de la piel y dije: me fui de fémur. Obviamente estaba roto. Me ayudaron a quitar el pie de la bicicleta y el doctor estabilizó la fractura. Me cogió de la cintura y otras dos personas, no sé si eran doctores o sabían de medicina, le ayudaron bastante. Cogieron el pie y me estiraron. Acomodaron el hueso y me dolió muchísimo. Estaba que les decía: no, no, se los suplico, por favor no. Eso ayudó a que no perdiera tanta sangre, creo que perdí en total dos litros y medio. Esas pequeñas cositas que hicieron ayudaron para que cuando llegara al hospital no estuviera tan mal”.

¿Cómo hizo para mantener la calma en ese momento? Le preguntaron a Egan Bernal:
“No sé. En cierto punto, cuando estaba desesperado, le gritaba al doctor: doc, deme algo para dolor, necesito algo para el dolor, y el doctor decía: no, no puedo, y yo le decía: yo entiendo que no puede, pero deme algo, no importa, lo único por lo que estaba desesperado era por el dolor. Pero de resto, por cualquier cosa que me decía, que me quedara quieto, lo hacía, pues finalmente él es el que sabe.”
“Me dolía absolutamente todo. Entonces me dijeron: ya viene la ambulancia y le dan algo, y yo: ah, bueno, súper, pues me aguanto».
Así fueron los momentos que vivió Egan cuando lo suben a la ambulancia y llega al hospital
“Fue muy frustrante porque no me dieron nada para el dolor. Y antes ocurrió algo muy chistoso. Escuché una sirena como de ambulancia y el doctor y todos me decían: Egan, ya viene la ambulancia, escúchala, y yo bueno, listo, ya va a llegar. Pero esa ambulancia siguió derecho, no venía para donde nosotros. Ya después llegó la nuestra y cuando se bajó la señora lo primero que le dije fue: por favor, deme algo para el dolor. La señora solo dijo: inmovilicémoslo y subámoslo a la ambulancia.”
“Cuando ya estaba dentro de la ambulancia, le dije: señora, por favor ¿me puede dar algo para el dolor?, y la señora me dijo: no, esta es una ambulancia básica, aquí no tenemos medicamentos. Yo dije: ¡no puede ser! Ahí fue cuando me desesperé y me desquité con el médico del equipo y con el doctor, pues no podía hacer nada y yo entendía que no podía hacer nada, pero con alguien me tenía que desquitar (risas)”.
“Me bajaron de la ambulancia, pero de verdad me dolía tanto que yo decía: por qué no me he desmayado. Quería desmayarme, quería que me durmieran, y ya empecé a ver caras conocidas, estaban algunos amigos, mi entrenador y mi novia, María Fernanda, que venía de trabajar. Los veo, y bueno, pues normal que estén acá, aparte que no sabía que era tan grave, si hubiera sabido que entraba a la cirugía y que me podía morir, pues al menos los saludo o me despido, pero en ese momento solo estaba enfocado en el dolor, entonces cuando ya me entraron me empezaron a preguntar cosas; yo era: por favor, duérmanme, quiero dormirme, es en serio, y ahí ya me durmieron. Y antes pasó algo divertido. Mi novia es veterinaria y venía con su uniforme, que se parece mucho al de los médicos. Cuando nos bajamos de la ambulancia le dieron una bala de oxígeno, yo creo que pensando que ella era una enfermera».

Antes de pasar al quirófano, Egan Bernal ve a su mamá en el pasillo
“Ella sabía que todo era un poquito más grave, no sabía qué tan grave, pero sabía que no era solo el fémur. Iba hacia el quirófano y vi a mi mamá, a Mafe, ya estaba sin dolor, me estaban llevando y mi mamá estaba llorando, obvio. Yo le dije: no, mamita, tranquila, no va a pasar nada. Entro a cirugía y ya. No es algo del otro mundo, yo intento tranquilizarla. A Mafe, mi novia, la saludé, no sé si estaba mi hermanito”.
Bernal no aguanto las lagrimas cuando le acomodaron el fémur
El pedalista colombiano nos cuenta como fueron esos momentos cuando los doctores le realizaron las maniobras para acomodar el fémur que estaba fracturado:
“La verdad sí lloré. ¿Sabe en qué momento? Cuando me hicieron lo del fémur, cuando lo pusieron en su posición, fue como un momento de impotencia en el que no quería que lo hicieran. Y, claro, el doctor me cogió. Uno no se puede mover, me sentí tan frágil, le dije: por favor, se lo suplico, no, y cuando hizo el movimiento pues imagínese el dolor. No solo por el fémur, sino el dolor porque me estaba cogiendo acá arriba. Me dolían el cuello, la columna, todo, cuando me hizo ese movimiento fue cuando lloré un poquito”.
Así fueron los momentos en donde el doctor revela la gravedad de las lesiones de Bernal
“A mí me entran a cirugía. Sale el doctor Uriza, el neurocirujano, y habla con mi novia, mi papá, mi mamá y el doctor del equipo. Y les dice: bueno, la cirugía va a ser algo grave. Les explicó lo que yo tenía y lo que tenía roto. Les advirtió que el hecho de que yo hubiera llegado a la clínica con vida era un milagro. Les dijo: “Él está vivo de milagro, es un milagro. Pero la cirugía que viene es muy complicada, él podría quedar parapléjico”. Les dio las posibilidades, creo que era un 95 por ciento contra un 5 por ciento. El trabajo de él era ser realista y decirles lo que podía pasar”.
“Entonces imagínese cómo quedaron mis papás, mi novia y todos cuando les dijeron eso. No supieron nada hasta después de 12 horas. Luego les informaron que la cirugía había salido bien, pero que había que esperar a que despertara y ver si movía las piernas. Les dijeron: creemos que está bien, pero hay que esperar. Entonces imagínese ese drama”.
“Recuerdo que me estaban llamando: Egan, Egan… y me desperté, obviamente uno está medio dormido todavía y me acuerdo que lo primero que me dijeron fue: ¿puede mover las piernas? A mí cuando me preguntan eso, yo dije: creo que la cirugía no fue solamente el fémur, fue como una corazonada. Entonces, claro, empecé a mover las piernas y empezaron como a tocarme: ¿siente esto?, ¿siente lo otro? Y yo dije: juepucha, la cirugía no fue solamente de fémur… Porque, como le digo, cuando entré a la cirugía no tenía ni idea de que me iban a hacer todo esto, que tenía la cervical rota, la T5, la T6 y todas esas cosas de atrás que no entiendo mucho todavía”.
Cuando le preguntan a Bernal sobre la posibilidad de quedarse parapléjico, esto dice Egan:
“Sinceramente, me da un poquito de miedo. El hecho de sentir que estaba esa posibilidad de no volver a caminar me da miedo y me daba miedo el saber que pude haber muerto. O sea, que pude haber entrado al quirófano y tal vez no despertarme más. O cuando me estrellé contra el bus haber quedado ahí. O sea, en un segundo se me hubiera ido”.