Fortaleza mental en el ciclismo
Fortaleza mental en el ciclismo

En el ciclismo, tanto el dominio de la técnica como el talento, tienen mucho que ver con el desempeño de los participantes. Sin embargo, existe un tercer aspecto muchas veces infravalorado: el equilibrio mental y emocional.

De esta forma, los especialistas en psicología deportiva de la Academia del Alto Rendimiento coinciden en la necesidad de aprender a gestionar los pensamientos y emociones.

Esto es precisamente lo que se logra cuando trabajamos en el fortalecimiento de la mente, ya que permite eliminar las barreras levantadas a partir del miedo y la frustración. En terapia, no solo recibimos las técnicas necesarias para superar los propios límites, sino las herramientas que permiten alcanzar el máximo potencial.

¿Qué significa ser mentalmente fuerte?

Básicamente, la fortaleza mental corresponde a un estado mental caracterizado por un estado sostenido de productividad, que se acompaña con la capacidad de resistir situaciones adversas.

Dentro del entorno deportivo, se relaciona con la óptima gestión de las emociones y pensamientos, o lo que es igual, el equilibrio entre la mente, el cuerpo y la respuesta emocional.

Ser mentalmente fuertes implica olvidarse de la dimensión del desafío y de los resultados, toda la atención está puesta en dar lo mejor de nosotros mismos. No existe cabida para la actitud negativa, se celebran los aciertos y las fallas o errores se convierten en aprendizaje.

Asimismo, implica entregarlo todo con determinación, convicción y tenacidad, sabiendo que la derrota es una probabilidad, por lo que no debemos convertirla en miedo.

¿Por qué la fortaleza mental incide en el rendimiento de los ciclistas?

Como comentamos, parte del desempeño deportivo está condicionado al pensamiento y las emociones. Por esta razón, los entrenadores profesionales aseguran que la fortaleza mental tiene impacto directo en la autoconfianza y la motivación, así como en la capacidad de concentración y el control emocional.

La falta de confianza conduce a la disminución de la capacidad de gestionar correctamente las emociones. Frente a este escenario, resulta cada vez más complicado mantenerse concentrado y aparece la desmotivación. De esta forma, el rendimiento depende de la sinergiía entre estos cuatro factores.

Pautas para fortalecer la mente

El primer paso es entender que la fortaleza mental no es una habilidad con la que nacemos, sino que se construye a base de esfuerzo y dedicación. Al igual que sucede con el cuerpo, donde se trabajan la velocidad, flexibilidad y resistencia, influyen en el desempeño, la mente necesita entrenamiento diario.

Alcanzar el máximo potencial va más allá del rendimiento, se trata de implementar una filosofía sustentada en el cumplimiento de los objetivos, en función de nuestro perfil como deportista. Aunque la estrategia puede variar, la mayoría de los entrenadores profesionales recomiendan:

Establecer objetivos reales y enfocarse en ellos

Uno de los errores recurrentes de los ciclistas es confundir los objetivos con las marcas personales. A pesar de que pueden parecer similares, hablamos de dos conceptos completamente distintos.

Los objetivos están vinculados a las metas personales, es decir, tienen que ver con la capacidad individual de luchar por lo que queremos alcanzar. Contrariamente, las marcas no pueden ser controladas, depende de ciertas variables, en el caso del ciclismo, las más comunes son las condiciones climáticas.

Para entenderlo mejor, tomemos el ejemplo de un ciclista cuya actuación ha sido perfecta en las vueltas preliminares del evento principal, pero que no consigue el óptimo rendimiento el día de la competencia debido al pavimento mojado, o la fuerza del viento.

En este sentido, es erróneo dudar de las capacidades por no haber logrado mantener su marca. Es aquí donde entra en juego la fortaleza mental, ya que permite entender que el éxito no está condicionado a un resultado.

Cambiar la actitud

A diferencia de lo que muchos creen, el principal rival que enfrentamos en cualquier deporte somos nosotros mismos. Si bien es normal sentir temor y tensión de cara a una competencia, no debemos convertir el sentimiento en barreras mentales que impidan el avance.

Frente al miedo existen solo dos caminos: ser mejores o buscar la excelencia. La diferencia entre estas opciones radica en que, mientras que la primera tiene que ver con la obligación de mostrar a otros que somos buenos, la segunda es una cuestión de actitud.

Cuando no buscamos el desempeño perfecto tenemos la oportunidad de dejar todo en la pista en pro de los objetivos personales y olvidar las marcas. Asumir esta perspectiva no solo es la forma sencilla de alcanzar el máximo potencial, sino también de convertir los errores en aprendizaje y motivación.

En este punto aparece la resiliencia, somos capaces de adaptarnos a cualquier desafío o situación adversa, así como de aceptar los errores, identificar los factores que condujeron a ellos y actuar en consecuencia.

Visualizar el camino hacia la meta

Sin duda, la visualización es una pieza clave en la psicología deportiva. En terapia, los deportistas aprenden que no basta con soñar con el triunfo, es indispensable trazar el camino, delimitar el proceso y proyectar el resultado. Todo ello sin descuidar la existencia de posibles complicaciones o imprevistos.

Un buen plan de acción es establecer pequeñas metas, en lugar de un único gran objetivo. Esto se debe a que, cada hito alcanzado, permite tanto disfrutar de la victoria, como una inyección de motivación.

Dedicar tiempo para recuperar el enfoque

En ocasiones, el pensamiento positivo se ve apaciguado por la tensión, el estrés y la ansiedad, tres factores inevitables que forman parte de la vida de los ciclistas profesionales.

Antes de la competencia, conviene detenerse y analizar el crecimiento personal. En un espacio alejado de todo y de todos, debemos sentarnos y recapitular las victorias y los fracasos.

Aunque para muchos esto puede parecer una manera de cuantificar el éxito alcanzado, en realidad se trata de medir y darle valor al camino recorrido hasta el momento. Este momento de conexión con nosotros mismos sirve para reflexionar acerca de las fallas y lo que aprendimos de ellas para no volver a incurrir en los mismos errores.

Por último, pero no menos importante, entender que la fuerza mental implica identificar el origen de los pensamientos negativos y atacarlos desde ese punto. En otras palabras, depende de la habilidad para controlar a nuestro “yo” interno y evitar que transforme los miedos en obstáculos capaces de frenar el avance.

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